sábado 13 de junio de 2009

El monasterio abandonado de Bonaval







Hasta ahora me había dedicado a lugares de relativamente reciente construcción y abandono. En este caso, para haber conocido estos parajes sin construcción alguna deberíamos remontarnos al remoto siglo XII.

En aquella época la orden cisterciense construyó en este valle el monasterio cuyas ruinas hoy pueden visitarse.

El edificio fue a parar a manos privadas en 1812, probablemente debido a la desamortización, siendo desde esa fecha descuidado y abandonado, hasta quedar reducido a la imponente ruina que es ahora.

Se encuentra localizado en la provincia de Guadalajara, en la comarca del Ocejón, muy cerca del pueblo de Retiendas, a poco menos de 60 km de la ciudad de Guadalajara. La carretera hasta Retiendas es una nacional en muy buen estado, salvo por el último tramo, de unos 3 km, con el firme en bastante mal estado, aunque perfectamente transitable por cualquier vehículo.

Desde la entrada de Retiendas hay que coger el camino hacia la presa del Vado, siguiendo la señalización. Justo antes de cruzar el primer puente sale un camino hacia la izquierda que, tras menos de 2km, nos llevará hasta las ruinas del monasterio. El camino es una pista de tierra en bastante buen estado, pero el primer tramo que cruza un vertedero no es apto para cualquier vehículo. Se necesita un 4x4 con buenas dotes camperas de querer pasar este tramo. De todas formas, el camino no es largo, y el entorno, el bosque de encinas y la tranquilidad del lugar animan a caminar poco menos de media hora hasta el lugar.

La mayor parte de los restos que quedan en pie son de la iglesia principal del monasterio. Quedan también algunos restos a la derecha del edificio principal, aunque apenas son unos cuantos muros de piedra.

En el edificio principal la naturaleza ha vuelto a tomar posesión de lo que le fue quitado, y numerosos árboles abrazan los muros y piedras del monasterio.

La mayoría de los accesos están cerrados por rejas. También un cartel advierte del peligro de derrumbes en el edificio.

Sin embargo la mayoría de las rejas no están aseguradas, y en la parte más alejada hay una lo suficientemente desplazada para pasar sin problemas, y otra más abajo ha sido quitada.

En el interior encontramos aún más naturaleza. Árboles y arbustos ocupan la mayoría del espacio, y sólo la parte que antaño ocupaban las capillas permanece libre de vegetación.

Los arcos y las bóvedas que se conservan siguen siendo impresionantes. Es una sensación extraña estar observando esos nervios que unen las inmensas columnas para sostener los techos, levantando la vista tal y como seguro que hemos hecho al visitar alguna iglesia o catedral, y sin embargo estar bajo el cielo abierto, en un lugar en ruinas, y con el sonido de los pájaros, insectos y el viento como únicos acompañantes.

Aparte de un lugar abandonado, el monasterio de Bonaval conserva un buen número de elementos arquitectónicos interesantes para cualquiera aficionado al arte. Numerosos son los ventanales, arcos, capiteles, bóvedas y piedras grabadas a lo largo de sus muros.

En la cabecera del templo tenemos el lugar donde probablemente se ubicó el alter principal. Hay algunos restos de hogueras, desperdicios y bastantes pintadas en las paredes. Parece que el lugar ha sido zona de acampada para algunos grupos de jóvenes en busca de “sensaciones fuertes”. Habría que ver si esas noches acabaron más asustados ellos o los pájaros de la zona. Por suerte no hay ningún graffiti a la vista. Esperemos que siga así.

A ambos lados de este aparecen dos estancias más, comunicadas en principio por arcos, aunque posteriormente fueron tapiados con sillería de aspecto antiguo, y abiertas puertas más pequeñas en el muro.

En la estancia a la derecha el arco que da a la nave principal aparece tapiado, pero esta vez con piedras más pequeñas que parecen haber sido puestas más recientemente.

En la zona norte y oeste de la nave hay restos de varias habitaciones en lo que fue el piso superior, hoy totalmente hundido y colonizado por árboles y maleza. Se pueden ver aún restos de una chimenea en lo que fue el segundo piso de la zona oeste.

Se conserva bastante bien una torre situada a la derecha de la puerta principal. En su interior existe una escalera de caracol de piedra que permite el acceso hasta lo alto de los muros. El acceso se encuentra en una pequeña puerta a la izquierda de la puerta principal. Se ha instalado una reja para impedir el acceso, pero se encuentra parcialmente movido, lo que indica que algún osado aventurero ha subido, o al menos intentó subir. En mi caso, la enorme cantidad de moscardones, lo estrecho del acceso, y una cierta cantidad de sentido común que aún me queda me impidieron subir. Parte del muro interior se ha desmoronado, y permite ver la escalera desde el interior del templo.

Estado: En ruina progresiva. Los muros exteriores tienen buen aspecto, pero los árboles y el deterioro hacen que partes de los muros estén bastante deteriorados. No hay demasiadas piedras en el suelo, lo que indica que los derrumbes no son habituales, pero tampoco inexistentes, por lo que sugeriría tomar todas las precauciones posibles, y procurar no apoyarse en nada.

Acceso: No hay restricción alguna para acercarnos a su exterior. El edificio es propiedad de los habitantes de Retiendas, y no hay problema alguno para acercarnos hasta sus muros. En interior, en teoría, está restringido por rejas. En la práctica se puede acceder al interior es bastante sencillo. En el interior el único obstáculo real es la vegetación y los arbustos, bastante tupidos en algunos sitios.

Fuente: http://abandonalia.blogspot.com